martes, diciembre 27, 2005

Bolero

No me alcanzan las ganas ni para terminar los cigarrillos, pero igual los prendo. Desato caramelos de menta para engañarme la boca y siento la lengua hibernando como un oso.
Ni termino el libro que, por suerte, no tiene un final tan exacto y me libra de culpa.

Vienen pedacitos de vos ( "... 0351 bla bla bla....") y los ojos ajenos me suenan compasivos, en lo puro de estos ojos que no tienen intenciones de mirar distinto.
Pasan piernas. Yo confundo los pasos que invento con los otros...
Si viviera cerca del psiquiátrico me iría caminando y simularía estar cuerda con la esperanza de que me dejen, aunque las paredes estén sucias pero el jardín del patio sea tan así como en las fotos...
Siempre me gustaron las pastillas, un poco por miedo a que duela y otro poco por folclore.

Anoche elegí dormirme sin recetas farmaceuticas... no quise decir que pensaba en el amor y esas cosas. Era muy tarde, mejor meter las manos debajo de la almohada y pasar a otro tema.
El problema es que no me olvidé. Me desperté tarareando en italiano y al ratito nomás un bolero, que no quiere decir nada peligroso pero da pistas que mejor no encontrarse.
" Hay un lugar en el que somos inevitables"... mis trampas eficaces.
Probablemente quise decir que hubiese podido enamorarme anoche en la cuarta cerveza pero no seguí averiguando.
- Temo conocerte de algún sitio que preferiría olvidar- dije y tuve miedo, pero disimulé.
- Quién sabe de qué pasillo - improvisó - No te acuerdes, por el bien de nosotras -.