viernes, abril 14, 2006

El miedo de las ventanas

Hace muchos años aprendí a temer absurdamente. Entre juegos místicos, preferí la luz de un foco y no la de una vela.
Algunas veces me seguían los perros hasta la parada del colectivo y lejos de sentir algún tipo de protección temía que alguno, de esos que miran como hombres, soltara una frase reveladora que me condujera sin atajos a la locura. Supongo que esa es la razón para mi costumbre de saludar perros... me prevengo, les gano de mano para que en todo caso los locos sean ellos.

Esto tiene que ver con las ventanas, ahora tengo miedo de las ventanas ( eso explica que busque puertas), creo que las ventanas son como borra de café, como cartas de Tarot que pronostican vidas ajenas o mi propia vida pero a largo plazo, todavía no verificable.

Yo miro tus ventanas desde el edificio de enfrente. Generalmente pasan más piernas que caras, como si todos fuesen demasiado altos. Ventanas azules y verdes... la mía es amarilla.
Pero somos consorcios enemistados quién sabe por qué tema de expensas o recolección de residuos y sólo me queda mirar por mi ventana que te pronostica mi cara cuando llueve y los vidrios se empañan...
Todavía no sé qué querrán decir todas esas piernas, pero me da ese miedo que te contaba, son siempre pares de piernas que pasan, que se llevan los muebles y las flores.
A veces creo que sólo se despiden, pero la adivinación no podría ser tan obvia.

Algunos días me quedo horas mirando la puerta ( no es de vidrio), esperando que también diga algo, que salgas vos, que se queden todas las piernas en la vereda de enfrente.
Verte salir y abrir mi ventana amarilla, porque ya está faltando el aire.

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