miércoles, diciembre 27, 2006

Uno mismo

- No,no sé exactamente adónde voy. Quiero decir, podría darte una dirección que nunca visitarías y no valdría la pena.
- Algunas veces, a fin de cuentas, es mejor no saber. Ponerse unas vendas oscuras en los ojos después de haber confesado que no quisiera que te vayas.
- Sin embargo, me voy acortando distancia. Me voy sabiendo cómo encontrarte.
-Por eso mejor me tapo los oídos, no quiero escuchar el silencio de que no me llames.

- Qué raro que seas yo.
- ¿Una parte de vos?
- No, yo completamente. Que para hablarte me hable, porque siempre hice trampas a la hora de la clandestinidad.
- Arriesgado lo tuyo...
- Irresponsable.
- Bueno, pero ahora es distinto. Te vas y yo me quedo aunque digas ( y sepa) que vas a estar más cerca.
- El espacio es peor que el tiempo...
- No me gusta que hables sólo para completar renglones. ¿Qué vás a hacer cuando dejes de encontrarme?
- Buscar monedas y un teléfono público.

lunes, noviembre 27, 2006

Sobre llovido, tocado.

( Crónica subpluvial)

Creo que siempre me han gustado los viajes en taxi, como si el tiempo que tardo en llegar a mi casa desde cualquier lugar fuera justo el necesario. Una vez que el taxista cumple con ese tipo de prueba, consistente en testear si el pasajero es o no de esos que se aburren con quince o veinte minutos de silencio, se vuelve placentero. Uno puede recostarse un poco sobre alguno de los vidrios y ver como la gente va, pasa...

A veces, como anoche, también se puede mirar la lluvia y saberse seco por un rato, abrir la ventanilla a penas, y calcular si irá a hacer falta ponerse un abrigo antes de llegar.

Estoy acostumbrada a bajarme una o dos cuadras antes, para no romper el clima con algún barullo familiar que ande dando vueltas, y fumar tranquila el casi último cigarrillo del día.
Ayer, cuando abrí la puerta, todos dormían. Supe que tenía que buscarte y decirte que, en un taxi, nos habíamos reconciliado de una enemistad que olvidé mencionar en la tarde.
Vos leías un cuento para ir a dormir, entonces, como si realmente no existieran las casualidades, Cortázar dijo: “ Siempre olvidé el paraguas antes de ir a buscarte”.

No me importó que alguien más entendiera, pasé sin tocarte mi mano por tu espalda y abracé la almohada, que tembló.

domingo, noviembre 19, 2006

Chau, qué tal...

Esto no será un inventario, no quiero una caja en la que ir guardando 24 años como encerrándolos, no voy a enumerar lo que dejo, porque todos los días vendré de visita.
Cuando sea hora de apagar los sonidos, tendré una puerta azul, igual que la que ahora miro, para abrir.

Algunas veces, esto pasa y el amor te destierra, te exilia, te arma las valijas, las mudanzas. Y ahí va uno, contento, con fotos y probabilidades para las paredes que estarán todavía blancas.

Nos vamos, más solidarios que nunca, a ser otros.
Nuevos, también blancos y pulcros, a volvernos la casa detrás de la puerta que abrirá una mujer de ojos felices.

domingo, julio 23, 2006

Segura ya estuve antes...

Yo futuré:
( re-visiones pasadas)

Y esta vez, que sus ojos vinieron tan aptos para todo público, me quedó el consuelo de función privada que supieron tener en la hora en que dormíamos.
Supe que tanto no había cambiado, aunque ya no eligiera el centro mismo de la plaza para sentarse y guardara la flauta en una cañita con tapón de corcho al verme llegar...

No debería mentir: yo tuve ganas de decirle que no la había perdonado, que todavía no tenía el derecho de decir lo que decía, de contarme.
Me callé. Subí y bajé la cabeza, dije que sí, que claro o que por supuesto que no, que yo tampoco estaba de acuerdo con eso y que así es la vida o así se ha vuelto.

Uno, creo, se reencuentra más para que el cuerpo se haga cargo del asunto...
- ¿ Qué?- dije.
- Nada...-
- Creo hacer escuchado eso alguna vez-
Levanté la mano para frenar el colectivo y sonreí.

Se puede estar seguro, dos veces, de lo que uno ya sabe desde hace mucho tiempo:
- Saludos a Paz-.

Eternidades:

- Sí, te mandó saludos también-
- Ah...-
- Yo llegué a la conclusión de que te amo más-
- Me alegra. ¿ Más que antes de verla?-
- No, más que a ella, más de lo que la amé-
- ¿ Cómo?- sé que no me creíste, deberías. Después de todas las verdades desmedidas que te he dicho.
- Te amo, sin futuro y más.
-...-
- Claro, quiero decir que no me hace falta imaginarnos cumpliendo 83, juntando los yuyitos del jardín, o las nueces que seguirán cayendo de tu árbol.
Ella tuvo un sueño y ahí supo que sí, que toda la vida y después.
A mí no me importa, sabés. No tengo premociones, que nuestros planes más lejanos tambaleen en seis meses me parece tan puntual-
- Ah, si para vos es bueno...-
- ¿ No entendés?-
- Sí, pero...-
- Tanta ternura vos, tanto miedo de que salgamos corriendo cada una para otro lugar. Digo, que este amor, sin póliza de seguro, es el bordecito más eficaz para abrazarse. Que no estoy segura, ni estaré, ni quiero. Prefiero estos besos de malabares-
- ¿ Cuándo?-
- Siempre, sí, siempre-

lunes, mayo 29, 2006

Enfermas Terminales

I.

Mi casa no me contiene.
No quiero decir que tenga que consolarme, digo que no estoy.
Que ésta habitación que te conté, se desviste,
que se le caen los objetos voladores y los dibujos que mirás desconfiada y con razón.

Mi casa, en la que se puede todo menos vos, no es mi casa.
No vivo en ella ni con esta urgencia de primeros auxilios, ni a esta hora en que te escribo para no aceptarlo.
Mi casa, la piel de mi casa y sus manos, me reciben avergonzadas de verme ir a dormir a las terminales.

(Tu bufanda anaranjada me mira, me compadece, sabe que este no es sitio.)


II.

Yo hablaba con vos, vos hablabas con vos, como Alejandra con Alejandra ( con Alejandra), como Silvina con Silvina, como todas y sus espejos y sus objetos brillantes y esquizofrénicos.
- ¿ Cómo que te vas?
- No puedo quedarme -.

Pero no había puertas, más bien escaleras y ruedas, había papeles confusos que resistían el movimiento de tus pasos.

- Yo también me voy.
-¿ Conmigo?
- Sí, pero no, me voy de mi principalmente.
- ¿ Y a dónde?.
- Me voy a la vida que me espera.
- ¿ Sentada?
- No puedo irme sentada... “ el que tenga buen camino tendrá sillas...”
- ¿ Quién dijo eso?.
- Acabo de decirlo: “... peligrosas que lo inviten a sentar...”
-¿ Quién espera?
- Algunas frutas, como el durazno por ejemplo, en dos mitades, latiendo, controlándose el pulso. La lengua y los dientes.

Sí, hablo por mí, con vos por mí, para olvidarme del eco ( y del hueco) que frecuentan los colectivos de larga distancia.

martes, abril 25, 2006

Olor a loco

Existen algunas noches en las que quiero, más que otras, entrar en la locura como en una fiesta con muchos invitados que tardan en llegar.
Ir pasando la mano por los manteles blancos de las mesas vacías y que todo huela a desinfectante o a metales... o no huela, de repente, para poder acordarme con la nariz de ciertas cosas que dejaría en mi vida anterior, en la de la cordura: el olor del cigarrillo en los dedos, el de un pimiento ( si es amarillo, mejor) y, principalmente, el olor a café que tienen algunas mujeres donde deberían tener cualquier otro perfume menos ese.

Después de todo, los espejos nunca fueron mis amigos, ni los relojes, pero más por su manía de "tititití" que por la muerte o las arrugas.
Oler y perder, nasalmente, la lógica ( al menos al principio). Ya habrá tiempo para evitar multitudes ( la fiesta sigue desierta), podrán seguir otros síntomas y me daré en la cabeza con una botella verde.
Me gustaría entrar así en una cajita de pastillas azules y rojas que me conviertan en un ser "slow motion" sin que pueda darme cuenta.

Pero ahora llueve, y el olor está mojándose como un perro, o como un pullover que se quedó en la soga, y todo es demasiado humano... y predecible.


( Además, creo que S. me mira con su ojo derecho detrás de los anteojos de sol, desaprobándome)

viernes, abril 14, 2006

El miedo de las ventanas

Hace muchos años aprendí a temer absurdamente. Entre juegos místicos, preferí la luz de un foco y no la de una vela.
Algunas veces me seguían los perros hasta la parada del colectivo y lejos de sentir algún tipo de protección temía que alguno, de esos que miran como hombres, soltara una frase reveladora que me condujera sin atajos a la locura. Supongo que esa es la razón para mi costumbre de saludar perros... me prevengo, les gano de mano para que en todo caso los locos sean ellos.

Esto tiene que ver con las ventanas, ahora tengo miedo de las ventanas ( eso explica que busque puertas), creo que las ventanas son como borra de café, como cartas de Tarot que pronostican vidas ajenas o mi propia vida pero a largo plazo, todavía no verificable.

Yo miro tus ventanas desde el edificio de enfrente. Generalmente pasan más piernas que caras, como si todos fuesen demasiado altos. Ventanas azules y verdes... la mía es amarilla.
Pero somos consorcios enemistados quién sabe por qué tema de expensas o recolección de residuos y sólo me queda mirar por mi ventana que te pronostica mi cara cuando llueve y los vidrios se empañan...
Todavía no sé qué querrán decir todas esas piernas, pero me da ese miedo que te contaba, son siempre pares de piernas que pasan, que se llevan los muebles y las flores.
A veces creo que sólo se despiden, pero la adivinación no podría ser tan obvia.

Algunos días me quedo horas mirando la puerta ( no es de vidrio), esperando que también diga algo, que salgas vos, que se queden todas las piernas en la vereda de enfrente.
Verte salir y abrir mi ventana amarilla, porque ya está faltando el aire.

lunes, abril 10, 2006

Pieza teatral

El edificio era gigante, viejo pero firme con ese aire de fortaleza europea desde la que parece inminente la salida del Rey y su séquito.
Todos recorríamos los pasillos hechos un ejército de apretones y gritos, llevábamos papeles de color verde que repartíamos con la sensación de festejo que nuestros veintipico exigían...
En las paredes los carteles pasaban, como por la ventanilla de los trenes, en el costado del ojo y eran murales de un carnaval presto a resolver el mundo.
Los profesores nos miraban con la misma desconfianza de hace siglos, nos veían viéndose la juventud y las canas de ahora pronosticaban sus traiciones de ayer, sus “ya se les va a pasar” de esa mañana.

Cuanto entré al salón pidiendo permiso la cara de la señora Berger me censuró el envión y tuve que pedir disculpas por interrumpir un guitarrista que traspiraba las cuerdas evidentemente nervioso y examinado. Di un par de vueltas por las otras aulas y escuché que ya se hablaba de nosotros en voz baja.
Volví al salón de la guitarra y vi que te habías puesto un sombrero y un bigote falso con el que interpretabas a un general saltarín, usabas esa chaqueta azul que fue de tu mamá y ahora ya no tiene esas estrellas del ejercito soviet con las que la compró. Soledad parecía ser tu asistente, también tenía un bigote falso, que se le despegaba y que intentaba sostener juntando la boca con la nariz, y un sombrero verde sobre el pelo suelto y largo como un truco de mago descubierto.
Vos caminabas, bajando y subiendo la frente, alrededor de la mesa larga en la que todos se habían sentado, desde donde te seguían ir y venir afirmando y consultándose tu discurso.

Yo miraba desde afuera, por el vidrio de la puerta que daba al descanso, y sonreía al reconocer los gestos que le robabas a esos clown que veías en la tele los sábados. Pensé que si en vez de uniforme tuvieras unos zapatos del talle 52 y una nariz enorme y roja lo mismo todo el mundo seguiría cada movimiento tuyo hasta contracturarse el cuello o la espalda.
En el momento en el que giraste, rápidamente, para empezar la vuelta a la mesa por el otro lado miraste la puerta y se te escapó una sonrisa de ojito brillante y yo también sonreí.


Cuando volví a verte usabas un vestido largo en escala de rojos o naranjas y parecías más alta. No sé de qué ibas a convencerlos en este acto, Soledad ya sostenía el bigote con la mano y cuando me vio corrió a abrir la puerta riéndose.
- Y además...- dijo- se va a casar!- y me miró.
Saliste del guión y frunciste el ceño y yo hubiera podido decir lo que pensabas sin equivocar una coma pero te quedaste muda. Con un salto de trapecista me guiñaste el ojo y te colgaste de mi cuello confirmando la información de último momento.

Me desperté impresionada por el chorrito de agua que me tiraste con la flor amarilla que te había regalado después de cortarla del jardín de la facultad. Ya no me pude dormir y saque cuentas de las razones para semejante sueño....
- La película de la segunda guerra, la agenda cultural del diario, el libro que estoy leyendo, las banderas que no deberían dejar de dolerme en los brazos-

Me vestí y preparé el desayuno. Cuando vi que hoy es domingo dejé de buscar excusas y repetí viejas conclusiones acerca de dios y esas cosas tan de séptimo día.

- Buenas noches...-
- Buenas noches ¿ Hace cuánto ya?-
- No tanto, un par de días-
- Es que sin ti el tiempo pasa lentamente y me parecen años- sonreíste.
- Entonces, es la revés si pasa lentamente no pueden parecerte años-
- Ajá... ¿ Domingo dijiste?-
- Si -
- ¿ Y con quién soñabas?-
- No sé, con vos, conmigo, pero en otra vida, no ahora-
- ¿ Y para qué hacés que hablemos? Sabés que yo no diría esto que me hacés decir-
- Eso tampoco lo sé, para estar tranquila supongo-
- No te creo, pero como no me vas a dejar decir lo que realmente diría mejor me callo-

El día en que dejé de ver perros a rayas pensé que era necesario hacer un duelo y que, entre “yes” y tildes, me habías contagiado un poco de tragedia. Pero registro fotos cerebrales de Rayuelas dibujadas casi siempre en la calle con piedritas, o me río de esos pájaros que caminan a lo Chaplin en vez de volar como haría yo si fuese ellos.
Entonces, no ando de ojos oscuros ni con las tormentas que derrumbaron nidos, me veo y también soy yo.
Siempre contándote, para que me cures, con versiones originales de calor.

viernes, febrero 24, 2006

Refutación y ratificación del calor y la locura

I.

Me gustaban esos días en los que me ocultabas tus señas particulares y bastaba saber que habías nacido, sin año, ni mes, ni nada de eso. Y ahora (justo hoy) sé la numeración de tu documento, de tu calle y de tus teléfonos y sus facturas.

- ¿ Tenés Rayuela en tu casita? - y dibujé tu mesa de luz en una habitación chiquita, como la mía.
- ¿ Rayuela? Como una Biblia - dijiste.
- Entonces, leamos el capítulo uno y desordenemos dentífricos y que no sea casual reencontrarnos sin citas-
- Dale, juguemos-.

Creo que yo fui la primera en ir quebrando el pacto, la que empezó a buscarte cierta.
- Datos - decías, como no entendiendo mi necesidad de saberte más allá.
- Tengo que irme... otro día voy a explicarte-
- Me imagino...-
Me imaginaba tan bien que no pude creerlo y, aunque supe que no era un chiste, tuve esa sensación parecida a despertarse perdido con la mitad del cuerpo todavía en el sueño que describiste hace unos días.

Ahora nos hemos confesado, nos importaba enamorarnos. Te importaba enamorarme y a mi enamorarte, aunque en tu cama no hubiera lugar libre, ni en los hoteles, aunque yo hiciera tours por otras camas que nunca eran la mía.
Sigo preguntandome si sabernos como ahora no es demoler los puentes, talar las plazas, poner el reloj en hora y que cada latido nos ordene, nos vuelva parte del mundo ( después de tanto denunciarlo) y terminemos usando hojas tan rayadas como aquel perro que te conté...



II.

En estos días he analizado la locura como uno de los caminos más eficientes hacia el vértigo, hacia el nudo y su liberación constante...
- No sé por qué tenés esa fijación con lo cíclico-
Tal vez estar loco sea parecido a tener las cosas insoportablemente claras y no poder rebobinar ni un paso sin ser conciente de que la involución no es una opción.
Sé que es parte de una trampa, de la misma trampa que vengo perfeccionando desde hace más de un año, con algunos descansos -claro- justo cuando me doy cuenta de que va a comerme.

Los sonidos agudos me agujerean y me dan tantas ganas de gritar que aprieto la birome hasta romper las hojas y ya no puedo escribir.
Me da un poco de miedo que leas esto y lo tomes como algo personal, pero escribo como si se tratara de una carta de esas que decidimos no enviar porque llegarán cuando todo ya no sea noticia. Una carta para mi misma que debería leer cuando esté lista y no ahora cuando escribo.

Hasta ayer la ciudad estuvo irrespirable, con ese aire espeso que pudiste conocer, pero hoy llovió. Ahora hace frío en los pies y en la punta de la naríz, la cama es un buen lugar en estos casos. Yo escribo porque no puedo pedirte que te saques el pijama y confies en mi después de tanto escepticismo en los renglones anteriores y además porque no estás acá para hacer que olvide mis boicots, para que valga la pena el insonmio, la luz del velador, mis manos, el resto de mi cuerpo.

Al poco tiempo de conocernos tuve un día en el que supe la verdadera diferencia entre el frío y el calor. Fui capaz de refutar la leyenda del amor primaveral, la belleza vestida con guirnaldas. El verano se parece mucho más a la tristeza, las cosas y las gentes se derriten y se pegotean, es una metamorfosis totalmente desagradable.
Lo único que se puede hacer a destiempo, a contramano de los fenómenos metereológicos es compartir algún cochón. El calor es parte del amor como si las estaciones hubieran sedido su lugar al sol, a la humedad y al río.

Hoy es Febrero e invierno. Claro que en Paraná no es invierno cientificamente hablando, pero hoy si. Y la felicidad debe parecerse bastante al calorcito que voy sintiendo en los dedos de los pies, y a las ganas de que estés magicamente entrando en mi habitación, sonriendole a la hoja pegada en la puerta, mirandome contarte que hace demasiados meses que escribí eso.
Me gustaría una locura que permitiera la aparición alucinógena de tus ojos, aunque viniesen a asesinarme, a meterse en los lugares que me imagino amurallados detrás de mis pupilas, pero acepto transparentes, permeables.
Mis ojos de arena, tus ojos de mares...

lunes, febrero 13, 2006

pedacito

Me he exiliado.
El asilo me lo dan los frutos que desarma el viento, los panaderos o esas semillas del aire.
Me he refugiado en las alas que se vuelcan al pie de la cama.En la letra chiquita del contrato caleidoscópico.

Esquizofrenia

" Yo también quisiera conocer mi historia si yo fuera ella y ella yo..."
A.P.

En las cuestiones limítrofes, precisamente, es donde reside la duda. El insomnio, las dos, las tres, las cinco de la mañana, sin párpados como pecesitos.

- Debería quererte menos-
- Claro, para estar bien segura de que yo te quiero más-
- No, para no temer-
- Te doy permiso, quereme lo que puedas-

Había una parte tan conciente del asunto, del cálculo matemático, del asiento contable: seremos siempre éstas que desembarcan en vos. Por ejemplo, yo te trato de vos y vos me tratás de vos... quiero decir que esto está muy claro. Por supuesto que podrías preguntarte si soy yo o sos vos quien piensa estas cosas...

De estas trampas espiraladas, de este sacudirse como un lavarropas para salir a respirar húmedo, una camisa enredada a la pierna de un pantalón. El llanto de la camisa, los brazos transparentes del pantalón, el futuro centrífugo. La fuga hacia dentro de algo, de acá.

Cuando me voy lejos, escapandome, presiento la yema de tus dedos, la punta de tu lengua, el destino de tu ombligo... y mi reflejo, que es lo mismo.

jueves, enero 26, 2006

Prevenciones

He quitado la poesía. Me quedo con los comentarios testigos.

miércoles, enero 25, 2006

Vacas

Hace unos días escuché una interesante adaptación a los tiempos de una célebre frase popular. Decía: " El que se quema con leche ve una vaca y dispara". Hay dos acepciones para este aforismo de metáfora perfecta. La primera es la estrategia de la huída, el abandono después de concluído el clásico llanto que provocaba tradicionalmente el rumiante.
La segunda acepción supone la hipótesis del revólver o del fusil o de cualquier arma de fuego que pueda tenerse a mano."... ve una vaca y dispara."

Hace unos minutos, cuando volvía de encontrarme con mi cuadrúpedo a manchas, me crucé otra vez con ese gatito blanco y negro que parece empecinado en hacerme recordar, cromáticamente, mi destino pastoril.

Girondo dijo que no hay diferencia entre una vaca y una mujer con las caderas a un metro del piso. Bukowski llamaba vacas a sus mujeres, un poco por el exceso de kilos que solían cargar, otro poco por el alcohol que las dejaba chorreando saliva y quejandose.

Serán las vaquitas la musa repetida.
Vos las nombraste antes que yo - aunque yo ya había traído a Oliverio- y pasaste un tiempo considerable convertida en esos alambres con electricidad que hay en los campos. Avisandome cada vez que veías aparecer una mancha blanca y negra con cara de recuerdo amenazante...

- Ví una vaca...- decías.

"Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas." Pero no hablamos de Reforma Agraria. ¿ O hablamos? Una gran expropiación de campos y vacas, y amansar las vacas para que den sólo leche tibia o fresca.

"Tengo una vaca lecheeera..." Me excedí en darle vueltas a la idea, puede ser, algunas veces hay que distraerse.
De todos modos, creo que la acción siempre es preferible al llanto. Yo te ví llorar, ahora también te imagino llorando...
El que se quema con lágrimas, ve unos ojos y grita.

lunes, enero 23, 2006

Contracrónicas

II.

- No sé por qué escribís... ¿Cómo creés en el amor sin creer en el amor? -
- Si vos no sabés por qué escribo... Ni yo sé por qué escribo -
- ¿Te enojaste? Yo también -

Tal vez sea cierto que nos volvimos tan poco nosotras, más yo que vos como dijiste. Pero también puede ser que nos hayamos vuelto más nosotras que siempre. Al menos yo, cumpliendo con el mandato de tus ojos, rompiendo con la escena que inventaste en el fondo de los míos.
Creo que fui más yo cuando dije aquello. Más fiel con mi instinto piromaníaco, en medio del río, a tus ojos quirúrgicos mis bombas molotov...

Ahora es diferente, me imagino que tuviste que respirar del fuego, y yo tuve que pedir un poco de anestesia para dejar actuar tus bisturíes.

Soy la que no te escribe, estratégicamente, para que mis pistas no sean de aterrizaje.

I.

El calor no marcaba las tres y media de la mañana, antes había querido aliviarlo con cerveza, repasando todas las palabras que iban a convertirse en ese antes de este después. Bebí cada sorbo intentando reconocer los mililitros de valor y las dosis de "porlasdudas", tomé las precauciones en botella de litro.
Si me hubiesen preguntado yo habría dicho que no iba a reconocerte así, de espaldas. Buscando quién sabe qué solución en el bolso que prometía mucho más tiempo del que tendríamos.
Mirabas hacia la izquierda y me pareció una idea tan correcta que casi vuelvo sobre mis pasos para entrar a escena por el lado de los que llegan. Pero estos dos metros de distancia me dejaron conocerte antes de que vos me conocieras, planear la primer frase dicha casi en los ojos, el preámbulo de la primera vez que la piel... el beso en la mejilla que apuré. Tu brazo en mi espalda... vos sí parecías saber.

Después, la plaza, la facultad desde donde te llamé para mostrarte cómo sonaban cinco mujeres y cinco tambores, la ciudad derritiendose...
El caleidoscopio a camello, el vino áspero que elegí para que la sed no se fuera, nosotras buscando oxígeno en la terraza incómoda.
Pero por fin vos, tu mano ganandole a mis ojos escapados y pensar " voy a besarla" y besarte. Entonces, la urgencia paciente de los seis pasos hasta la cama, hasta mis chistes fuera de lugar, hasta el río en la piedra y la piedra en el río, hasta escucharte por dentro y por fuera. Hasta dormirnos sin culpa, y sin apuro por despertar.

viernes, enero 20, 2006

Excusa para mujer y lluvia

Lo que hay en la canaleta es un zapato,un zapato blanco. No salgo a comprobarlo. LLueve y ya me mojé bastante esta mañana. Además, es una buena compañía, salir a fumar, verlo luchando contra el neumático de ese auto verde.
Podría pasar una mujer corriendo por la vereda, con el paraguas destartalado,la cartera colgando de la muñeca, rengueando detrás del zapato blanco que se aleja por los rápidos de la canaleta.
Incluso me veo a mi mísma comtemplando la imágen, no atinando a interceptar el calzado porque ese acto de rebelión no se merece una mano ajena y policíaca que lo devuelva a las hebillas y a las tiritas y quién sabe a qué otros padeceres.

No sé por qué se me ocurren estas cosas.
Gabriel dice que el zapato se escapó de alguna bolsa de basura... ¿Cómo imaginarse un zapato sin un pie? Un zapato blanco.Abandonado por una mujer que no se merece ni una pizca de la ternura de aquella otra que, hecha una sopa,perseguía en un llanto ( que en realidad era lluvia) a su zapato liberado y blanco con tiritas...

Mis textos no dejan de ser esa excusa para enamorarme hasta en las canaletas. O en canales un poco menos líquidos y más perfumados. Pero son siempre excusas. Mi lugar común,mi argumento más firme, mi convicción izada en el medio de la plaza.
Es mi antojo. Mi capricho a prueba de divanes.
Como los pretextos que encontré para no irme, más allá de los consejos de las masas populares que saben más a pan casero que a crema y nueces.
Ver mujeres empapadas, aunque me vuelva tan conciente y me auto ayude autobiografiandome.
Cuando digo poesía quiero decir ese acto de fe inquieta, sin santo a quien pedir ni preguntar. No digo instancia superior en la que exorcisemos los amores malparidos, o malcriados, o malheridos, o malos.

lunes, enero 09, 2006

Convivencia sin cuerpo

Puro: Libre y exento de toda mezcla.
Transparente: cuerpo através del cual pueden verse los objetos.


Orden.
Este gusto de garganta inflamada,
de más vale no comer,
de inundar la boca y que no pase ni el aire.
Pura, puros ojos
y reacción alérgica y roja.
O transparente...
los objetos que se dejan adivinar
ordenados
simples (libres y exentos).
Estoy cansada de tanto cuento y pluma
de esta inocencia cíclica
de ser tan virgen sin manto bendito
de tanta sábana y espíritu casto
de coger como los dioses
( sin arrogancia mi modestia)
libre de pecado porque total...
después.
Estoy hasta le borde de poesía
de las malas costumbres de los otros
de las cruces que se tiran desde el segundo piso
de los clavos que tienen las mujeres en las yemas de los dedos.
Me agotó saberme creíble
complaciente
pasando en la frente un éxito de taquilla
para una sonrisa de fila uno.
Me cansó el calor...
Todo es mejor si está oscuro en el infierno.


Río:Corriente de agua continua y más o menos caudalosa que va a desembocar en otra.

miércoles, enero 04, 2006

Triste

Estoy triste... como si me hubiesen asignado la tarea de dormir por una semana y yo, en cambio, insistiera en soñar y en despertarme.
Asustada de saber el significado de los rostros.
Sueño que duermo.
Que nunca es mi cama.
Y me despiertan las manos viejas y lejos.
Y estoy triste.

Insisto en la idea inútil de leer en el trabajo, como si el tiempo fuera a pasar más rápido, como si esta vez también existiese la excusa.
Y no.
Sólo dolores en la nuca y en otros lugares menos visibles.

Probablemente sea cierto: "... llorarlo todo pero llorarlo bien." que es como llorar de alegría.
De justicia. Saber que la tristeza corresponde muchísimo más que el miedo.
Adelantarse a los hechos.
Yo sé, ahora, que me espera un cajón prendido fuego. O que yo lo espero, sin procesión ni predicando.
No confío en el éxito desde que es esa cara tan de sonrisa con mil dientes.

No es grave, vos sabés que siempre parezco estar dando instrucciones.
Hoy debería decir dormir. Nomás dormir, sin invasores.